lunes, 21 de julio de 2014

Reseña del poeta peruano Luis M.Hermoza sobre "Kodak universal", Planeta Turista.

El ser humano se movía. Se movió siempre, siguiendo los animales. Siguiendo los animales para cazarlos y comerlos. Siguiendo los buenos frutos. Para sobrevivir. Para agasajar su paladar. Entonces, en complicidad con los animales, veía diferentes tierras, bebía de diferentes ríos. Hasta que comenzaban los problemas y algo lo forzaba a ir más allá, hacia la aventura, y cruzar la línea de lo conocido, cosa que hacía con valentía y con miedo.

El ser humano es de naturaleza nómada. Es lo que tenemos escrito en nuestra célula, impreso en nuestro ADN. Movernos hacia algún lugar. Por eso cuando no nos movemos físicamente, soñamos.

Aunque, en un determinado momento, el hombre decidió hacerse sedentario, y traer la naturaleza a su casa, hacerla según sus deseos, y por ende, ignorarla, relajar su sensibilidad de diálogo con ella, construir una propia a su imagen y semejanza. Es allí cuando comenzamos nuestra decadencia como especie, y comenzamos a destruirnos y a desaparecer: en el momento preciso en el que nos volvimos sedentarios.

La Naturaleza pasó a ser una enemiga.

Sin embargo, el sedentarismo no pudo reprimir el deseo innato del ser humano por moverse, por abarcar la Tierra. Desde luego, unido al deseo de saciar necesidades… vitales o egocéntricas, vemos las conquistas, la formación de los imperios. Pero, asimismo, otros tipos de viajes que van en búsqueda o el encuentro de los misterios, de los encantos y desencantos que guarda lo desconocido.

La Reina egipcia Hatseput mandó una flota de expedición por el Nilo hacia las entrañas de África para comprobar la existencia de una ciudad mágica. A su regreso, la flota volvió cargada de riquezas, pero además de relatos maravillosos que hablaban de gente que caminaba sobre los rayos del sol.

Los fenicios también cruzaron los mares europeos y africanos, creando una gran red de comercio en la que no sólo se intercambiaba mercadería, sino también imaginario.

El marinero griego y explorador Pythéas, nacido en Marsella, fue uno de los primeros griegos en cruzar le estrecho de Gibraltar y el primero que viajo hacia el note, tan lejos que llegó al lugar donde el océano se convertía en hielo, y donde pudo observar, y sobre todo relatar a su regreso, la aurora boreal y el sol de medianoche.

El viaje de maduración de Cristo. Luego los viajes de los apóstoles con el fin de expandir su doctrina. Viajes que luego serían continuados por los misioneros.

Los viajes de aventura de los jóvenes caballeros medievales en busca de riqueza y fama. Los viajes de descubrimiento: el de Marco Polo, los de los Vikingos, el de Túpac Yupanki a las islas polinesias, los viajes de los portugueses y españoles. El descubrimiento de Las Islas Canarias y de América.

Estos viajes, entre tantos otros, sirvieron para crear un imaginario, un escenario de ficción que dio pie a mitología y literatura, que recogen bestiarios que iluminaron los sueños y fantasías de aquellos que no viajaban, pero que de alguna manera, de esa manera, calmaban su deseo de aventura.

Más cerca de nosotros recordamos los viajes de los jóvenes burgueses del siglo XIX quienes, como proceso de crecimiento, se lanzaban a redescubrir y experimentar en carne propia lo que había leído en los libros. Muchos poetas, geógrafos, humanistas, dibujantes pusieron por escrito sus vivencias dando forma a nuestra cosmogonía.

Ni qué decir de los viajes del sg. XX, ligados a la inmigración y al turismo, pero todos favorecidos, autorizados por el capitalismo que hizo posible que nosotros, seres productores de mierda antinatural, podamos tomar un barco, un avión, un autobús, con una facilidad inédita.

Parece que toda la historia del movimiento del humano ha venido a desembocar en una realidad que se llama: TURISMO. Ahora cada vez más sofisticado (se habla de Turismo Ecológico, Turismo Cultural, Turismo Sexual, Turismo Deportivo, Turismo Comunitario, Turismo Religioso, Turismo LGBT, etc.). Ya no sólo aquel que ofreció Hitler a sus obreros alemanes, como símbolo del bienestar y el progreso que significaba abrazar el Nacionalsocialismo.

Casos reveladores del fenómeno del turismo que transforma en ídolos cosas increíbles y se sustentan en una lógica de la irracionalidad que hace, por ejemplo, convertir un paraje cualquiera en el lugar más fotografiado de los Estados Unidos, como caricaturiza Don Delillo en su crítica a la obsesión por las ilusiones, como la vida eterna, el equilibrio entre la salud física e interior, el fantasma de la radiación, el estudio y seguimiento de los terrores de la historia, que es su novela Ruido de fondo, son, en el ámbito francés los siguientes tres ejemplos:
 
El dedo de La Défense, escultura gigantesca de cobre de un pulgar la que pese a su aparente sin interés e incluso fealdad se ha convertido en lo más fotografiado del barrio a donde turistas por su cuenta o en grupos guiados llegan para posar, abrazar e, incluso, besar el dedo, siempre desde luego frente al clic de una cámara.

 
El zapato de Michel de Fontaine, escultura de cobre que se encuentra en la calle des Écoles, frente a un edificio de la Universidad La Sorbonne, toda ella cubierta de negro y verde debido al paso del tiempo y a la oxidación salvo su zapato que reluce limpio y dorado gracias a la creencia que sobárselo hace cumplir un deseo o provee de buena fortuna o lo que fuera.

Me causa gracia, asimismo, esa especie de división que existe entre los turistas o los viajeros. Estos últimos tratando de alejarse a toda costa de la interpretación negativa que han adquirido los primeros. Te dicen con orgullo: yo no soy turista, soy viajero. Como si no fuera la misma cosa.

Los poemas de Samir Delgado, recogidos en Kodak Universal (Planeta Turista, Amargord 2014 reflexionan precisamente sobre este nuevo fenómeno del turismo de masas, alimento del sistema de la compra-venta, indispensable para las economías de los países. Por lo tanto, algo que mantener y respetar, algo que cuidar como un sacramento.

Él vive en Canarias, en uno de los destinos turísticos más difundidos, por lo tanto, se puede decir, un lugar azotado por lo que se conoce por Turismo de Sol y Playa. Lo que se resume en camisas floreadas, gafas de sol y piñas coladas… de hecho, mojitos! Cuerpos bellos y otros ni tanto.

No es raro, pues, que un canario aborde este tema, que sea un tema de conversación entre los habitantes de las islas, no es raro que se haga presente de muchas maneras y, entre ellas, en la poesía. Pero a la vez es raro. Porque el Turismo no es un sujeto usualmente poético, aunque todo sea poetizable. Y este encuentro resulta por sí mismo interesante.


[Sun glasses]

Al principio de los tiempos el sol
fue un ojo de cerradura

por el que los dioses
medían la belleza
de cada amanecer

hasta que la llegada del 1˚ turista
creó la cólera de Helios

desde entonces el castigo
a los mortales fueron

las gafas de sol your sun glasses

Samir muestra su claro rechazo hacia el Turismo, al turista, al que ve como un mortal castigado, precisamente por haber existido, haber sido creado o “llegado”, en contra partida a “la belleza de cada amanecer”, el mortal, que de alguna manera descubrió “la cólera de Helios” (o la creo), tiene que crearse una protección de plástico.

He aquí uno de los mensajes del libro: el Turismo inventa sus propias necesidades, y las vende muy bien, al punto que nos hacen creer que son necesidades absolutas. En este caso las gafas de sol.

Asimismo, entre los objetos creados para servir a los viajes, se encuentran esos objetos que cruzan el cielo: los aviones, que dejan sus líneas de nubes, sus dibujos que luego desaparecen. 



[postal continental]

Los reactores chorrean una estela
de nube efímera que dura segundos de vida

la huella aérea nada dice de su extraña procedencia

sin embargo algún espectador
contempla desde abajo
igual que un turista
su propia biografía


Los aviones que son artificiales criaturas crean efímeras nubes que sólo tienen segundos de vida. Que desde abajo, poco nos dicen a los ínfimos seres que somos nosotros, pero que nos evocan una serie innumerable de situaciones y destinos. He aquí que aparece de nuevo la severidad de Samir hacia el Turista, manifestado en el paralelismo emocional entre el espectador embelesado del objeto volante, el que mira al cielo imaginando procedencias y destinos, y, por otro lado, a la emoción del turista que contempla su foto.

Y es precisamente una evocación la que va buscando el turista, una quimera, la visión de otros mundos y otras realidades. Esta búsqueda utópica que ha alimentado desde siempre la literatura. Pienso en Ulises, La Saga Artúrica, entre otros.

¿Es también, acaso, el reclamo del turista: alcanzar el Santo Grial, La Fuente de Juvencio, y en el camino vivir aventuras?


[guías baedeker]

A pesar del transcurso mecánico del tiempo
todavía el viaje remoto hacia un país exótico
ocupa los sueños de buena parte de Europa

es la quimera renovada de las guías Baedeker
con vuelos charter aterrizando entre cocoteros

La ilusión óptica de las dos guerras mundiales

sobre un paraíso real>más allá de las trincheras


El “transcurso mecánico del tiempo”, cada vez más acelerado, hace que los objetos e ideales envejezcan más rápido. El poeta se afirma que pese a este paso acelerado, aún permanece el sueño de viajar a un lugar exótico, para huir de la desgracia, del desamor y tragedia de un continente que albergó las dos grandes guerras. Lugares con cocoteros, lugares salvajes e inhabitados, la naturaleza que ya no es más virgen pero parece, como refugio del ser primitivo. Es entonces cuando el contemporáneo compra un paquete turístico que le asegure su cuota de naturaleza.



[ferry express]

Para que un matrimonio inglés
aficionado a las partidas de rumikub
cruce el océano a bordo de un catamarán
con destino garantizado a Puerto de La Cruz
tuvieron que pasar cinco siglos de historia naval
algunos millones de años en la evolución de las especies
y un par de glaciaciones en el primitivo mapa de Europa.

Sin embargo la isla permanece en su lugar de origen:
la imaginación del turista.



Entonces, el destino geográfico por excelencia es la imaginación, no los lugares que venden los catálogos turísticos, pues están todos envueltos en una atmósfera de irrealidad y fantasía que poco o nada tienen que ver con el lugar donde se ubican. Es un lugar sólo existe en la imaginación.

Y es lo que trata de decirnos Samir Delgado con sus poemas y su reflexión acerca del Turista y sus viajes. Nada de lo que busca dicho individuo es real, ni siquiera la experiencia de meterse en la playa que está condicionada por el conjunto de sensaciones y emociones que carga en ese acto de huída que es escapar de su rutina. Él, como el viajero del XIX o de la época del descubrimiento, o el mismo migrante, va siguiendo una utopía, una quimera, formada a partir de los retazos de realidad imaginada que le llegan a través de los medios de comunicación y los relatos de amigos o desconocidos. Aquellos lugares que no existen, pero que se reactualizan en cada viaje que es una huida de cada cual simbólica de sí mismo.

El gran problema está en la masificación que atropella, invade, desfigura lugares para hacerlos todos parecer a ese lugar ideal donde el turista pueda tocar sus sueños. A la vez, que es otro producto más de compra y venta y por lo tanto vil, en constante modificación para hacerlo seductor, atractivo, indiscutible, imposible de rechazar. Somos esclavos del sueño de neón que es intermitente, que se enciende y se apaga. Canarias, Ibiza, París, NY, Tokio, BB.AA., Machupichu, Casablanca, Londres, Budapest, Viena, Cancún, Barcelona. ¿Qué tanto de real hay de ello en nuestras cabezas? ¿Hasta qué punto podemos decir de que los conocemos, incluso sin haber ido nunca, incluso habiendo ido alguna vez o habiendo vivido 30 años? Es la pregunta que me lanzó Samir Delgado… ¿vivo mi realidad o sólo en la reactualización constante de mi fantasía?

Nota final

Lo que me entusiasma del turismo y sospecho que no comparte Samir es la esperanza que para mí ese fenómeno encierra. El hombre, ser destructor por naturaleza, ser virulento, contaminador, en su calidad baja de especie turista con cámaras e Iphones, es el mayor ente destructor de su entorno. Por lo que la idea de su neurótico movimiento contemporáneo no hacen más que despertarme la imagen esperanzada del impulso y aceleramiento de su autodestrucción y desaparición como especie. El turismo es el arma para la futura extinción de nuestra especie. Muévete, humano, acerquémonos al fin, lancémonos al abismo de la nada, a la pacífica noche sin tiempo.


Paris, Junio 2014


Luis Miguel Hermoza M.
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Luis Miguel Hermoza M.
Luis Miguel Hermoza M. (Trujillo, Perú, 1977) Poeta, Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Barcelona. Realizó estudios de literatura en la Universidad Católica del Perú. Dirije y edita la revista digital La Siega (http://www.lasiega.org) desde su fundación (2004), el fanzine Simiostein: primer zine cornelista (http://simiostein.blogspot.com), y actualiza su blog S_G- redirige tu vida (http://redirigetuvida.blogspot.com). Su novela inédita El juicio de las ratas quedó entre los diez finalistas del Concurso de Novela Queleer Volkswagen 2008 (Barcelona) y en segundo lugar en el Premio de Novela de la Universidad Federico Villarreal 2008 (Lima). Tiene dos libros de poesía acabados e inéditos. Ha publicado en revistas y antologías en Perú, España, Chile y México. Actualmente, vive en París, donde prepara el lanzamiento de Le Cornélisme International y escribe su segunda novela.