Andrés Eloy Blanco (1896-1955)
Ni Betharan,
Ni Puente Viesgo,
Ni Capri,
nada es tan bello como la Cueva del Guácharo.
-Cómo es?-No, pregunta más bien:
-Cómo no es?-
y me será más fácil explicártelo.
Porque es como no fue nada en la tierra
y ayuda a bien morir al ojo del turista.
Yo habría alquilado sus salones,
uno a Hugo, otro al Doctor Mardrus
y a la puerta de otro habría escrito:
“Simbad, Aladino & Compañía.-Taller”.
Y a la entrada de otro:
“Gaudi, Estudio”.
El turista francés
lee a la entrada sorbos de Montecristo
y en inglés fuma tabacos guácharos
-haschis-
La carretera
campanillea de autos.
El Casino y el Hotel Humboldt
estallan de Caracas, de Nueva York, de Londres
¿Cómo es la cueva?
La cueva es un molino de molerte los ojos.
-Por un lado los metes de carbón
y por otro los sacas de diamante.
Andrés
Eloy Blanco, Baedeker
2.000,
Editorial Yocoima, Venezuela, páginas 67-68 (1957)